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El arte de ser anfitrión

Las cualidades de quién sabe recibir, son las mismas del invitado ideal. Lo importante, que debe estar detrás de la misma idea, es el gusto de querer compartir, más que el menú, la decoración o la música. A todos nos agrada ser convocados, es importante sentir que los demás cuentan con nosotros. Lo que se ofrezca, entre más sencillo y auténtico es mejor. La memoria guarda, sólo aquello que impacta, por positivo o negativo. Sabemos que todo cambia, y muchas cosas se borran, en especial lo que ha incomoda o hace sufrir. Considero que la mente posee un sentido maravilloso que borra lo doloroso, logra que se olvide, y con el tiempo, sin nos acostumbramos a pensar en positivo, guardamos lo que nos gusta y aporta.

Para escoger lo que sea de comer o tomar, vale la pena, ofrecer lo que sabemos preparar bien y disfrutamos haciéndolo. Las bebidas que complementan, para que hagan maridaje, deben ser las que a nosotros nos gustan. El número de personas, depende de los que podamos atender muy bien, con o sin ayuda según el caso. La ocasión para invitar es también la de utilizar lo mejor que tenemos para hacerlo. Las ocasiones que se recuerdan son las que logran armonía entre los asistentes, y también las que nos ilusiona hacer. Es la oportunidad para arreglarnos de manera diferente, perfumarnos, tener flores frescas, y lucir con orgullo nuestra casa, ya que es parte nuestra, el marco de la imagen personal y al abrir las puertas para los amigos, comunica quiénes somos. Detalles sutiles, como el olor, forman parte fundamental de la atmósfera que se transmite.

DIANA NEIRA





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